ARTICULO 39 CPEUM. LA SOBERANIA NACIONAL RESIDE ESENCIAL Y ORIGINARIAMENTE EN EL PUEBLO. TODO PODER PUBLICO DIMANA DEL PUEBLO Y SE INSTITUYE PARA BENEFICIO DE ESTE. EL PUEBLO TIENE EN TODO TIEMPO EL INALIENABLE DERECHO DE ALTERAR O MODIFICAR LA FORMA DE SU GOBIERNO.

domingo, 25 de enero de 2015

"Gobierno popular" (25 de enero, 2015)

Alexis Tsipras, líder de Syzria en Grecia, en un acto de campaña (Foto: La Jornada)
John M. Ackerman

Es un grave error visualizar nuestra tarea actual como la de “perfeccionar” la democracia mexicana o emprender una “segunda transición” limitada a la rendición de cuentas y el estado de derecho. Cualquier esfuerzo que no enfrente directamente la cuestión del poder social estará destinado al fracaso. La razón por la cual el país se encuentra en una situación tan delicada es porque las instituciones públicas y la clase política sirven a los amos del poder y el dinero en lugar de servir a los ciudadanos más humildes y vulnerables.

La conquista del poder público por los de abajo constituye un paso necesario para empezar a rectificar. Mientras el Estado se mantenga en manos de élites corruptas que desprecian profundamente al pueblo mexicano, su única función será reprimir, dividir y explotar a la sociedad. Un Estado controlado por el pueblo no podría resolver por sí solo los grandes problemas nacionales, pero por lo menos fungiría como un escudo protector de los intereses populares contra la ambición desmedida y el sadismo sangriento de los poderosos. Y si un gobierno popular lograra un fuerte respaldo social podría incluso convertirse en una palanca para una transformación económica y política de fondo.

La coyuntura global es propicia para el surgimiento de un gobierno popular en México. La crisis de gobernabilidad neoliberal que se vive en el país es similar a la que experimentaron Brasil, Argentina y Venezuela en los años noventa, Bolivia y Ecuador en la primera década del presente siglo, y actualmente España y Grecia. Así como los opresivos sistemas burocráticos del bloque soviético fueron derrumbados por la acción social durante la década de los ochenta, hoy los sistemas de exclusión y corrupción institucionalizadas, de la órbita estadunidense, también se desmoronan frente a la movilización popular.

Los próximos meses constituyen un momento clave en la batalla por transformar las coordenadas del poder público en México. Más allá de la posición de cada quien con respecto a la utilidad del voto, durante el periodo de las campañas electorales la situación política de la nación se coloca en el centro del debate público. Nadie podrá evitar los millones de anuncios de los candidatos ni los debates con colegas y amigos sobre la coyuntura nacional.

La mayor parte de los spots serán un enorme desperdicio de tiempo y un insulto a la inteligencia, pero algunos quizás rompan con el guión establecido de cinismo y superficialidad. Véase, por ejemplo, el histórico anuncio en náhuatl recientemente difundido por el probable candidato del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) para la gubernatura de Guerrero, Amílcar Sandoval (vínculo aquí: http://ow.ly/HKuDl).

Llama la atención cómo muchos que se quejan de la baja calidad de la propaganda partidista jamás se atreven a criticar el reprobable contenido de la propaganda privada y pública. Los millones de insultantes anuncios que las empresas monopólicas y las instituciones gubernamentales nos recetan todos los días generan mucho más daño que unos meses de partidistas. Nuestra indignación no debe dirigirse solamente en contra de la clase política corrupta, sino también en contra de los grandes intereses económicos y mediáticos que se sirven con la cuchara grande gracias al servilismo de los políticos.

Pero todo el sistema actual está diseñado precisamente para evitar que se dé este importante paso en el desarrollo de la conciencia nacional. No son gratuitas, por ejemplo, ni la protección especial que ha brindado el INE a la imagen de Joaquín López Dóriga ni los “problemas técnicos” con el nuevo sistema de fiscalización electoral.

Y por si hubiera alguna duda con respecto al contubernio entre las instituciones electorales y el poder oligárquico, el consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova, recientemente acudió a Kidzania en Plaza Cuicuilco para inaugurar un módulo del instituto electoral. Desde que fue construida por el Grupo Carso, de Carlos Slim, encima de las tierras ancestrales de la hermosa Pirámide de Cuicuilco, esta plaza simboliza la destrucción de nuestra historia por los intereses del gran capital. Y hoy Kidzania complementa la ocupación física de terrenos históricos con la ocupación mental de las nuevas generaciones por medio de la sobresaturación de mensajes comerciales que esta escuela de formación neoliberal inyecta a cada uno de sus pequeños visitantes.

El boicot electoral está garantizado. Por desinterés y fastidio, la mayor parte de la población no acudirá a las urnas el próximo 7 de junio. Pero la celebración de elecciones fraudulentas en la mayor parte del país y la postulación de candidatos inaceptables en casi todos los cargos de elección popular también se impondrán.

No tiene sentido entonces perder nuestro valioso tiempo en debates estériles entre los “anulistas” y los votantes. Lo que hagamos o dejemos de hacer durante los próximos meses será mucho más importante que lo que cada quien decida hacer después de desayunar el domingo 7 de junio. Durante las campañas de 2012, por ejemplo, fue mucho más relevante el movimiento #YoSoy132 que el fraude que llevó a Peña Nieto a Los Pinos.

Hoy existen grandes oportunidades para la movilización política y social que habría que aprovechar para seguir acumulando fuerza. Si queremos que el movimiento en solidaridad con Ayotzinapa rinda aún más frutos, todos deberíamos participar tanto en las acciones sociales como en los actos políticos que más nos convenzan durante los próximos meses.

Lo que no se vale es mantenerse inmóvil quejándose cómodamente de la supuesta “apatía” o “colaboracionismo” de los demás. Es precisamente este tipo de actitudes lo que mantiene al sistema corrupto en su lugar. Un verdadero luchador social utiliza todos los medios a su alcance para transformar el poder y jamás acepta su derrota.


Twitter: @JohnMAckerman

(C) John M. Ackerman, Todos los Derechos Reservados
(Publicado en Revista Proceso, No. 1995)

domingo, 11 de enero de 2015

"Francia y México: Una Sola Lucha" (Revista Proceso, 11 de enero, 2015)

Más de 3 milliones marchan en Francia, 11 enero 2015//Foto:@FerdallyJakobs
Don Julio Scherer García, faro de valentía, constancia y rigor periodístico.
Su espíritu ejemplar es hoy más vivo que nunca. Hasta siempre.

John M. Ackerman

El pasado miércoles, el presidente francés, Francois Hollande, acudió inmediatamente a la escena de la masacre en la revista Charlie Hebdo y declaró tres días de luto nacional. En contraste, Enrique Peña Nieto todavía no ha pisado Iguala, y ha exigido a la sociedad mexicana “superar” la trágica pérdida de 46 luchadores sociales de la Escuela Normal “Isidro Burgos” de Ayotzinapa. En lugar de viajar a las montañas de Guerrero, el presidente mexicano prefirió ir primero a China y después a Washington para vender los activos del país y recibir órdenes del imperio. Se confirma una vez más para quién “gobierna” el actual ocupante de Los Pinos.

También llama la atención cómo numerosos comentaristas y políticos mexicanos se escandalizan con los ataques en París pero se callan frente a hechos similares en su propio país. Estos analistas de "high society" asumen una actitud abiertamente colonial desde la cual las vidas y los derechos de los europeos tendrían un valor más elevado que los de sus colegas latinoamericanos.

Tanto en el caso francés como en el mexicano, personajes fuertemente armados y bien organizados silenciaron importantes voces críticas. Ambas masacres son crímenes de lesa humanidad y constituyen inaceptables ataques a la libertad de expresión. Todos los mexicanos deberíamos solidarizarnos con el noble pueblo francés, de la misma manera en que ellos generosamente lo han hecho con la causa de los estudiantes de Ayotzinapa.

El hecho de que en un caso los ataques hayan sido reivindicados por islamistas y en el otro sean el resultado de la captura de las instituciones públicas, locales y federales, por el crimen organizado, no altera en absoluto la esencia de ambos crímenes. Tampoco cambia la situación el hecho de que en Francia las víctimas son caricaturistas y en México estudiantes normalistas. La principal actividad de ambos grupos es promover el análisis crítico de la sociedad y de las instituciones públicas.

Además, todos los informes internacionales demuestran que México es hoy uno de los países más peligrosos en el mundo para ejercer el oficio periodístico. Cotidianamente los periodistas críticos son amenazados, desaparecidos, encarcelados y acosados. Docenas de informadores han sido cobardemente asesinados en los últimos años, muchos directamente en su lugar de trabajo. Peña Nieto tampoco ha hecho nada para detener esta constante subversión de los principios democráticos de la República Mexicana.

Sería ingenuo atribuir las contrastantes respuestas presidenciales en Francia y México a las evidentes diferencias con respecto a las capacidades políticas o intelectuales de los mandatarios correspondientes. Tampoco estaría esto relacionado con las distintas “culturas políticas” en las dos naciones. Ambos pueblos comparten una gran tradición de tolerancia y respeto para los derechos humanos surgida de revoluciones sociales que pusieron el ejemplo al mundo: la francesa en materia de derechos civiles y políticos durante el siglo XVIII, y la mexicana con respecto a los derechos económicos y sociales en el siglo XX. Las dos tradiciones constitucionales se comparan favorablemente con el individualismo, el consumismo y la privatización del espacio público que predominan en Estados Unidos.

La verdadera razón por las reacciones tan disímiles a acontecimientos similares es que en Francia el gobierno federal tiene una relación fluida de rendición de cuentas con el pueblo, mientras en México el gobierno solamente responde a los poderes económicos y políticos, tanto dentro como fuera del país.

Las lealtades del gobierno mexicano quedaron claramente expuestas en la reciente visita de Peña Nieto a Washington. En su viaje, no se atrevió a recibir una sola pregunta de los medios de comunicación ni a reunirse con un solo mexicano migrante residente en el país vecino. El único anuncio relevante después del encuentro con Barack Obama fue que el gobierno mexicano está de acuerdo con la decisión del gobierno de Estados Unidos de implementar políticas “mucho más agresivas en la frontera” con México. Asimismo, Peña Nieto se comprometió a “mantener nuestra política de mayor control en la frontera sur” con Guatemala y América Central.

Tal y como se ha anunciado y propuesto en numerosos estudios de los think-tanks de Washington, se consolida la inclusión de México como fiel agente fronterizo dentro del “perímetro de seguridad” de Estados Unidos. O en palabras del general David Petraeus –antiguo comandante de las fuerzas de la ocupación en Afganistán y posteriormente titular de la CIA– y Robert Zoellick ­–quien fue presidente del Banco Mundial–, hoy se revive la idea de Fortress North America que se había desarrollado durante la Guerra Fría como una prevención y protección en caso de que los otros países del mundo cedie­ran frente a la fantasiosa “amenaza comunista” (Véase: http://ow.ly/GZ5iv).

Hoy la fantasía ha cambiado de nombre. No son los “comunistas” sino los “terroristas” quienes supuestamente ponen en peligro la democracia y las libertades humanas, cuando en realidad la principal amenaza al bienestar de los pueblos es la violencia criminal y censuradora promovida desde las más altas esferas del poder económico y político global.

El pueblo francés y el mexicano comparten una sola lucha. Tanto el movimiento de Ayotzinapa como la movilización en solidaridad con Charlie Hebdo son dos caras de la misma moneda: el pueblo en pie de lucha en contra de asesinos censuradores.


Twitter: @JohnMAckerman