ARTICULO 39 CPEUM. LA SOBERANIA NACIONAL RESIDE ESENCIAL Y ORIGINARIAMENTE EN EL PUEBLO. TODO PODER PUBLICO DIMANA DEL PUEBLO Y SE INSTITUYE PARA BENEFICIO DE ESTE. EL PUEBLO TIENE EN TODO TIEMPO EL INALIENABLE DERECHO DE ALTERAR O MODIFICAR LA FORMA DE SU GOBIERNO.

domingo, 31 de mayo de 2015

"¿Morena o voto nulo?" (Revista Proceso, 31 de mayo, 2015)

John M. Ackerman

Para “no legitimar el sistema”, propongo que todos dejemos de leer periódicos y revistas, de utilizar las redes sociales, de acudir a marchas o de conversar con nuestros colegas, vecinos y amigos. Que cada quien se quede solo en su casa para dedicar la mayor cantidad de tiempo posible a la construcción de su propia burbuja dorada de pureza ciudadana. Así podrás evitar conocer las masacres constantes, la corrupción desbordada y el cinismo institucionalizado que tienen al país al borde del precipicio. Serás más feliz y dormirás tranquilo imaginando que no puedes hacer absolutamente nada para cambiar el sistema.

Cada tortilla que comes, cada libro que lees, cada pensamiento que tienes y cada momento en que inhalas y exhalas aire mexicano ratifican tu pertenencia a esta patria tan dolida. Así que si eres de los pocos afortunados que cuentan con los recursos para viajar, ve preparando tus maletas desde ahora para dejar el país. Después podrás solicitar otra nacionalidad y renunciar a la mexicana para estar libre de cualquier vestigio de culpa por el naufragio nacional que dejarás atrás.

Pero más allá de tus planes de largo plazo, te suplico que de ninguna manera se te ocurra romper con tu rutina diaria para ir a votar el próximo domingo, 7 de junio. La televisión y el onanismo son actividades mucho más importantes y satisfactorias que formarse en una larga fila para colocar una papeleta en una urna. Te han convencido de que todos los partidos y candidatos son “lo mismo”, así que no importa si votas o no votas, ya que al final de cuentas todo seguirá igual.

Y cuidado: Si en algún momento entre hoy y el 7 de junio sientes que empieza a encenderse una pequeña llama de esperanza, una voz totalmente irracional que te dice que eres alguien y que puedes hacer algo para cambiar el país, prende inmediatamente la televisión. Te bastará con un par de horas de Televisa o TV Azteca para volver a convencerte de que eres perfectamente inútil y que la única opción es el Partido “Verde”.

Y si de veras no puedes resistir la tentación de codearte con tus conciudadanos el domingo, o si tu novio o novia te hace ojitos para que le acompañes a las urnas, aprovecha la ocasión para romper la boleta electoral en mil pedazos o escribir en grandes letras alguna grosería dirigida a la clase política. Así podrás evitar cualquier sentimiento de culpa por haber “legitimado” el sistema. No importa que tu “voto nulo” fortalezca al PRI, a Enrique Peña Nieto y al régimen asesino, ya que ello no es tu responsabilidad, sino de los mismos políticos corruptos que repudias.

Todos sabemos que los resultados de las elecciones en puerta no reflejarán la voluntad popular. El artículo 41 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos indica que “la renovación de los poderes legislativo y ejecutivo se realizará mediante elecciones libres (y) auténticas”. Sin embargo, con su inacción o abierta parcialidad, el Instituto Nacional Electoral, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales, juntos, conspiran en contra del pueblo mexicano. Han dejado en total impunidad un sinnúmero de violaciones a la ley por parte del PRI y el PVEM.

El fraude está garantizado. El Diccionario de la Real Academia Española define “fraude” como “una acción contraria a la verdad y a la rectitud, que perjudica a la persona contra quien se comete”. Y lo que ha predominado en las campañas actuales son precisamente el engaño y la mentira, sobre todo del Partido “Verde”, en contra de la ciudadanía.

Pero ello no es motivo para tirar la toalla, dejar de soñar, aceptar pasivamente la situación actual, o para anularnos como ciudadanos. El derecho al voto libre y secreto es un derecho conquistado a lo largo de siglos de luchas populares en contra del poder despótico en todo el mundo. No ejercer este derecho fundamental equivale literalmente a regalar las instituciones del Estado mexicano, nuestras instituciones públicas, a los peores intereses corruptos y apátridas.

Quizás tendría sentido dejarse vencer por la tristeza y la desesperación si realmente no hubiera opción alguna en la boleta electoral, si en verdad todos los partidos fueran “la misma basura”. Pero resulta que en México se encuentra en proceso de construcción una nueva alternativa política que podría ser mucho más poderosa y efectiva que las que hoy existen en Grecia con Syriza o en España con Podemos.

Las coyunturas nacional e internacional son idóneas para que la trayectoria de Morena sea radicalmente diferente a la del PRD, el Movimiento Ciudadano o el Partido del Trabajo, que ahora yacen como cascarones vacíos totalmente corrompidos.

La construcción de un partido verdaderamente ciudadano, simultáneamente al servicio de la inteligencia y de los más humildes, dependerá de la participación de todos y cada uno de nosotros. Que no nos quiten la esperanza. Pasemos de la indignación a la digna acción.

Twitter: @JohnMAckerman

(C) John M. Ackerman, Todos los Derechos Reservados
Publicado en Revista Proceso, No. 2013

martes, 19 de mayo de 2015

"Gobierno sin fusibles" (17 de mayo, 2015)

Protestas en Guatemala en contra de la corrupción (Foto: AP)
Libertad inmediata para Nestora Salgado, presa política.

John M. Ackerman

Ni Chile ni Guatemala son ejemplos en materia democrática, pero los gobernantes de ambos países han demostrado mayor sensibilidad a la voluntad de sus respectivos pueblos que el caduco sistema autoritario mexicano. Incluso una empresa española como OHL, dirigida por un cuestionado marqués íntimo del rey Juan Carlos I, ha tenido más valentía que el pusilánime gobierno encabezado por Enrique Peña Nieto.

En los tres casos, importantes escándalos relacionados con supuestos actos de corrupción generaron la renuncia de altos mandos. Michelle Bachelet, Otto Pérez Molina y los directivos de OHL han removido de sus cargos a importantes aliados con el fin de demostrar su supuesto compromiso con la honestidad y la justicia. Bachelet pidió renunciar a todos los integrantes de su gabinete. Pérez Molina aceptó la dimisión de su vicepresidente. Y OHL le enseñó la puerta de salida a su director de Relaciones Institucionales.

En contraste, en México absolutamente nadie paga los platos rotos por la serie de escándalos de conflictos de interés, corrupción, censura y violación a los derechos humanos protagonizada por el gobierno en turno. Con todo cinismo, Peña Nieto y los integrantes de su gabinete siguen reprimiendo y vendiendo el país a pedazos desde Los Pinos sin consecuencia alguna. Si el pueblo mexicano no acude en masa a las urnas el próximo 7 de junio para expresar su repudio al régimen de oprobio votando por los pocos candidatos honestos, los políticos corruptos utilizarán la segunda mitad del sexenio para desaparecernos a todos.

La Constitución Política de la República de Chile vigente fue redactada por el dictador Augusto Pinochet en 1980. Si bien ha sido reformada en numerosas ocasiones, mantiene cláusulas profundamente autoritarias, como el sistema electoral “binominal”. Este sistema garantiza la continuidad de la influencia política de los cercanos a Pinochet y de la ultraderecha en general, al obligar a las fuerzas democráticas a duplicar la cantidad de votos emitidos por sus adversarios para poder contar con mayor representación en el Congreso Nacional. Esa es una de las principales razones por las cuales Chile continúa firme dentro de la órbita de las políticas económicas neoliberales. Es también la causa de que el país haya esperado hasta el año 2004 para legalizar el divorcio, y de que sostenga la prohibición absoluta del aborto.

Pero a pesar de las evidentes debilidades del sistema “democrático” chileno, Bachelet se vio obligada a actuar para frenar el derrumbe de legitimidad de su gobierno a raíz de una serie de escándalos de alto impacto. Su ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, ha sido vinculado con la empresa Soquimich, una corporación bajo investigación de la justicia chilena por presunto financiamiento irregular de campañas electorales. Asimismo, recientemente la prensa dio a conocer información sobre un negocio inmobiliario multimillonario en que el hijo de Bachelet, Sebastián Dávalos, habría utilizado sus influencias para conseguir un préstamo de 10 millones de pesos con el propósito de que su esposa pudiera comprar terrenos.

En los últimos meses la tasa de aprobación ciudadana para Bachelet ha caído a 31%, cuando antes había llegado hasta 80%. Tanto las similitudes como las diferencias con el caso mexicano son evidentes.

El actual presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina, fue uno de los principales mandos de la fuerza de “élite” de los kaibiles del ejército guatemalteco durante el genocidio y guerra civil que dejó más de 200 mil muertos en Guatemala en los años 70 y 80. Existen importantes paralelos entre la llegada de Pérez Molina a la presidencia por la vía electoral en 2011 y el retorno de los “dinosaurios” del PRI en México con Peña Nieto en 2012. En ambos países, la “transición democrática” ha funcionado principalmente para traer de regreso a los representantes de los peores atropellos del pasado.

Sin embargo, Guatemala da la impresión de ser una utopía democrática en comparación con los enormes retrocesos que hemos vivido en México. El exdictador Efraín Ríos Montt se encuentra procesado por crímenes de lesa humanidad. Y apenas la semana pasada el brazo derecho de Pérez Molina, la vicepresidenta Roxana Baldetti, renunció a su cargo como resultado de una investigación que la vincula con una red de sobornos de empresas importadoras a funcionarios públicos para evadir el pago de impuestos de aduana.

Mientras tanto, en México todo es peor que nunca. Peña Nieto no ha pedido la renuncia de absolutamente nadie a raíz de las masacres de Tlatlaya, Ayotzinapa o Apatzingán; de las casas de Videgaray, Angélica Rivera y Osorio Chong, o de los escándalos revelados por The New York Times, El Mundo y Le Monde. La semana pasada, Osorio Chong confrontó directamente a la Comisión de Expertos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, siguiendo la pauta ya establecida por José Antonio Meade en su cuestionamiento hace unas semanas del informe de la ONU sobre la tortura en México. Además, la “justicia” de Baja California ha fijado la fianza para los humildes jornaleros presos políticos de San Quintín en la exorbitante cantidad de 7 millones de pesos.

La buena noticia, sin embargo, es que al negarse a sacrificar un solo “fusible”, Peña Nieto ha permitido que aumente y se concentre aún más la ira popular hacia su persona y el régimen despótico. El siguiente estallido social se encuentra sin duda a la vuelta de la esquina. Sigamos estrechando lazos de confianza y de trabajo conjunto en preparación para nuestra próxima oportunidad de hacer historia. 

Twitter: @JohnMAckerman

Publicado en Revista Proceso No. 2011
(C) John M. Ackerman, todos los derechos reservados

lunes, 4 de mayo de 2015

"Capital rebelde" (3 de mayo, 2015)

El Zócalo de la Ciudad de México//Foto: Hugo Cruz, Proceso
John M. Ackerman

El proceso de elaboración de una Constitución para la Ciudad de México sería una oportunidad de oro para articular la amplia diversidad de corrientes opositoras al régimen de oprobio que hoy nos mal gobierna. Los 9 millones de habitantes del Distrito Federal se encuentran entre los más participativos y visionarios del país. Un proceso verdaderamente democrático que permitiera el libre flujo de ideas podría generar una explosiva sinergia ciudadana contagiando a las otras entidades del país con un espíritu rebelde y renovador.

Desde hace décadas los capitalinos han estado a la vanguardia en las transformaciones políticas nacionales. La histórica participación solidaria en respuesta al terremoto de 1985 en la Ciudad de México dio una contundente lección al régimen autoritario y neoliberal encabezado por el presidente Miguel de la Madrid. Y las sorpresivas victorias electorales de la izquierda durante las primeras dos elecciones para la jefatura de gobierno, primero con Cuauhtémoc Cárdenas en 1997 y después con Andrés Manuel López Obrador en 2000, generaron una enorme esperanza entre la población de que era posible concretar una nueva forma de hacer política.

Hoy los habitantes del Distrito Federal siguen siendo los ciudadanos quienes tienen menos tolerancia para las mentiras del PRI y del PAN. Las elecciones de 2006 y 2012, tanto para la Presidencia de la República como para la jefatura de gobierno, casi desaparecieron al PRI del mapa político en la capital y han mantenido al PAN con una representación estrictamente minoritaria. Y actualmente los capitalinos reprueban de manera contundente tanto a Miguel Ángel Mancera como al PRD por su actitud represora, su deleznable servilismo a Enrique Peña Nieto y su abierta complicidad con el régimen de corrupción neoliberal.

Sin embargo, si bien predomina una actitud crítica y consciente, los “chilangos” también somos víctimas de sectarismos y desconfianzas propios de la vida urbana que debilitan nuestra capacidad de acción colectiva. La intensidad de la vida profesional, personal y escolar también obstaculiza la coordinación de esfuerzos. En lugar de caminar juntos a favor de una meta común, la dinámica de la vida en el Distrito Federal empuja a los capitalinos hacia la multiplicación de nuevas iniciativas, muchas relevantes e importantes pero sin articulación alguna entre sí.

La construcción de una Constitución para la Ciudad de México ayudaría enormemente a superar estos problemas de desarticulación y desconfianza. En este proyecto podrían confluir fácilmente radicales y moderados, organizaciones populares y organizaciones civiles, militantes de Morena y “anulistas”, líderes estudiantiles y sindicalistas, jóvenes y personas de la tercera edad, trabajadores informales y formales, tuiteros y facebookeros. Si el proceso se abriera auténticamente a la participación de la población en su conjunto, se podría generar un pequeño laboratorio para un eventual nuevo constituyente también a nivel federal. 

La población mexicana reclama y demanda nuevas oportunidades para la participación democrática. Frente al derrumbe de la confianza ciudadana en las instituciones realmente existentes urge iniciar procesos de articulación social y política para ir reconstruyendo nuestra capacidad de soñar y actuar juntos.

Ello es el contexto para la trágica decisión del Senado de la República de cerrar al máximo el proceso de elaboración de la Constitución de la Ciudad de México. De acuerdo con la versión aprobada, hoy en espera de su análisis y votación en la Cámara de Diputados, 40 de los 100 integrantes del Congreso Constituyente serían elegidos por los partidos del Pacto por México, incluyendo 28 legisladores federales en funciones y 12 nombrados por “dedazo” por Enrique Peña Nieto y Mancera. Los otros 60 serían electos por la población, pero sin un verdadero proceso de auscultación, debate y participación ciudadana o garantías con respecto a la representatividad de la diversidad de los sectores e intereses sociales en la capital.

El objetivo político es claro. Se busca evitar a toda costa que el nuevo constituyente en el Distrito Federal rompa con las arraigadas prácticas de simulación institucional y exclusión ciudadana consolidadas dentro del marco del Pacto por México. Peña Nieto y Mancera saben perfectamente bien que un proceso verdaderamente democrático podría destapar un amplio proceso de esperanza y acción ciudadana en todo el país, similar a lo que ocurrió con la Convención de Aguascalientes de 1914.

Los capitalinos merecemos más y el país merece mejor. En lugar de utilizar el nuevo constituyente para consolidar la simulación autoritaria y traicionar a los capitalinos, habría que aprovechar este proceso histórico para resucitar y regenerar la esperanza ciudadana. 

Twitter: @JohnMAckerman

Publicado en Revista Proceso No. 2009
(C) John M. Ackerman, todos los derechos reservados