ARTICULO 39 CPEUM. LA SOBERANIA NACIONAL RESIDE ESENCIAL Y ORIGINARIAMENTE EN EL PUEBLO. TODO PODER PUBLICO DIMANA DEL PUEBLO Y SE INSTITUYE PARA BENEFICIO DE ESTE. EL PUEBLO TIENE EN TODO TIEMPO EL INALIENABLE DERECHO DE ALTERAR O MODIFICAR LA FORMA DE SU GOBIERNO.

martes, 22 de marzo de 2016

"Mafia balconeada" (Revista Proceso, 20 de marzo, 2016)

Imagen Periscope de Carlos Salinas, Carlos Slim y Felipe Calderón en la fiesta de Diego Fernández de Cevallos
John M. Ackerman

Una de las máscaras más importantes que utiliza el régimen autoritario mexicano para esconder las redes de poder corrupto que en realidad mandan en el país es el mito de la "institucionalidad" democrática. Todos los días nuestros gobernantes insisten en que México es un país de "instituciones" y que lo único que hacen los servidores públicos es "aplicar la ley". El mismo partido en el poder, el Revolucionario Institucional (PRI), se ufana desde su mismo nombre de ser supuestamente "institucional".

Sin embargo, en la práctica el PRI, sus funcionarios y sus aliados de otros partidos se empeñan todos los días en subvertir el estado de derecho y poner las instituciones gubernamentales al servicio de los poderes fácticos e informales.

El video de Xóchitl Gálvez en el que balconea a los invitados de la fiesta de cumpleaños de Diego Fernández de Cevallos (véase: https://www.youtube.com/watch?v=JjQw84cZfE8) hace un gran servicio a la sociedad al transparentar las redes de complicidad y contubernio que determinan hoy el destino de la nación. Felipe Calderón, Carlos y Raúl Salinas, Luis Carlos Ugalde, Carlos Slim, Porfirio Muñoz Ledo, José Narro, Jorge Castañeda, Carlos Navarrete, Norberto Rivera, Carlos Marín, Roberto Gil y Ciro Gómez Leyva, todos pertenecen al mismo círculo social y político. Los oligarcas, el PRI, el PAN, el PRD, el IFE, los intelectuales "independientes", los altos funcionarios universitarios, los periodistas mercenarios y la jerarquía de la Iglesia católica, todos se codean en la misma mesa de la corrupción estructural.

El Periscope de la delegada en la Miguel Hidalgo solamente capta a algunos de los presentes en un momento en que el jolgorio ya se encontraba a punto de terminar. ¿Quién más habrá asistido a la fiesta? ¿Quiénes lograron escaparse por un túnel, por la puerta de atrás o en el baño, una vez que se haya levantado la alarma generalizada de que Gálvez había empezado a transmitir en vivo el encuentro?

¿Acaso habrá acudido el actual titular del INE, Lorenzo Córdova, a tomar una copa con Salinas, Calderón y El Jefe Diego? ¿Emilio Azcárraga y Manlio Fabio Beltrones comían juntos bistecs en la mesa de honor? ¿El mismo ‘Chapo’ Guzmán pasó a saludar muy atentamente a los presentes? ¿Enrique Peña Nieto tuvo la atención de dar el abrazo de rigor al responsable de la destrucción de las boletas electorales de 1988?

Ninguno de estos escenarios sería sorprendente ni fuera de lugar. Se vale casi cualquier especulación sobre el incómodo encuentro porque ya es vox populi que México hoy no es gobernado por sus "instituciones" sino por las redes de poder caciquil que entrelazan y unen a los políticos, los empresarios, los delincuentes y los altos funcionarios de una amplia diversidad de colores y sabores.

Tanto las declaraciones de la hija de ‘El Chapo’ Guzmán como las recientes revelaciones de Aristegui Noticias confirman la consolidación de un narcogobierno en México. En declaraciones al periódico británico The Guardian, Rosa Isela Guzmán Ortiz denunció públicamente que numerosos políticos mexicanos han recibido cuantiosas donaciones de parte del narcotraficante. Y de acuerdo con Aristegui Noticias (véase: http://ow.ly/ZyneC), una parte importante del financiamiento para las tarjetas Monex utilizadas para la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto en 2012 fue proporcionada por la empresa Grupo Comercial Cónclave, controlada por Rodolfo David Dávila Córdoba, uno de los principales operadores del Cártel de Juárez.

Los ciudadanos hoy nos encontramos más vigilados que nunca antes en la historia. Todos los días se colocan nuevas cámaras de vigilancia en las calles, el gobierno documenta con mayor detalle nuestros intercambios en las redes sociales y los órganos de inteligencia intervienen con más insistencia en nuestros correos electrónicos y conversaciones telefónicas. Recordemos, por ejemplo, el caso de la reciente contratación de la empresa Hacking Team por una variedad de autoridades mexicanas para llevar a cabo labores de espionaje (véase Proceso 2019 disponible aquí: http://ow.ly/ZykpH).

Pero quienes realmente tendrían que estar exhibidos constantemente no son los ciudadanos sino los poseedores de poder político, económico e institucional. Urge romper el silencio cómplice que permite que la red de corrupción estructural siga destruyendo al país. Gálvez ya se arrepintió de haber transmitido la fiesta en vivo. Pero los ciudadanos de a pie podemos continuar con su labor.

Hoy cualquier mesero, taxista, estilista, maestro, estudiante, secretaria o ciudadano armado con un smartphone puede hacer un gran favor a la patria divulgando datos sobre las fechorías del poder. Participemos todos en la generación de conciencia grabando y compartiendo cualquier evidencia de corrupción, abuso o complicidad. La plataforma Méxicoleaks (disponible aquí: https://mexicoleaks.mx/) existe precisamente para canalizar este tipo de información, aunque también hay otras numerosas vías para dar a conocer anónimamente información reveladora.

Hay que seguir el ejemplo de Julian Assange y Edward Snowden, quienes han hecho un gran servicio a la humanidad volteando la vigilancia hacia los poderosos. Todos tendríamos que asumir nuestra responsabilidad ciudadana en el esfuerzo colectivo de desarticular las telarañas de la mafia del poder para generar el espacio necesario para construir una nueva república más justa y democrática.

Twitter: @JohnMAckerman

Publicado en Revista Proceso No. 2055
(C) John M. Ackerman, Todos los derechos reservados

domingo, 6 de marzo de 2016

"Enrique Trump" (Revista Proceso, 6 de marzo, 2016)

Fotomontaje de la pareja presidencial mexicana tomado de Twitter @EXPEM74
John M. Ackerman 

Donald Trump es un racista confeso quien ha descalificado a los mexicanos como “criminales” y “violadores”. El precandidato presidencial ha anunciado que de ocupar la Casa Blanca expulsaría a millones de connacionales de los Estados Unidos y obligaría al gobierno mexicano a construir una enorme muralla en la frontera entre los dos países. Sus ataques a México y a los mexicanos se han convertido en uno de los ejes principales de su campaña presidencial, junto con sus posiciones igualmente retrógradas con respecto a los musulmanes y el Medio Oriente. 

En respuesta, el gobierno de Enrique Peña Nieto ha mantenido un silencio cómplice y criminal. El ocupante de Los Pinos no ha emitido pronunciamiento alguno sobre el tema y sus voceros han hecho todo lo posible por evitar cualquier cuestionamiento o confrontación. La semana pasada, Enrique Guzmán, titular de la Oficina de la Presidencia de la República, declaró a la agencia Bloomberg que el gobierno de Peña Nieto trabajaría de igual manera con Trump que con cualquier otro Presidente del país vecino (véase: http://ow.ly/YZzyF). 

VIDEO: "ENRIQUE PEÑA NIETO ES EL DONALD TRUMP DE MÉXICO"
En otras palabras, el actual Presidente mexicano se subordinaría y se pondría a los órdenes de Trump de la misma forma en que lo ha venido haciendo con el gobierno de Barack Obama. Por ejemplo, hace unos días el titular del Estado mexicano se rebajó al nivel del vice-presidente estadounidense, Joseph Biden, durante la visita de aquel a la Ciudad de México para participar en una reunión con empresarios y oligarcas mexicanos. Peña Nieto recibió en privado al segundo de Obama durante más de una hora y posteriormente dieron una conferencia de prensa conjunta a los medios de comunicación. 

Las reglas de la diplomacia exigen que haya una estricta igualdad con respecto a las relaciones públicas entre dos países soberanos: presidentes con presidentes, vice-presidentes con vice-presidentes, y procuradores con procuradores. Sería ridículo imaginar, por ejemplo, la celebración de una conferencia de prensa conjunta en la Casa Blanca entre Obama y Miguel Angel Osorio Chong o Arely Gómez. Al colocarse al nivel de Biden, Peña exhibió públicamente lo que la mayoría de los mexicanos ya teníamos claro: el actual titular del Estado mexicano no trabaja para el pueblo mexicano sino que funge como un empleado más del gobierno de Washington y de los empresarios de Wall Street y Silicon Valley.

Esta lamentable situación explica porque Peña Nieto no se ha atrevido a cuestionar frontalmente a Trump. Como un buen serviente al poder, el actual ocupante de Los Pinos prefiere quedar bien con quien podría llegar a ser su jefe en lugar de complacer a los ciudadanos a quienes supuestamente tendría que rendir cuentas. 

Pero el servilismo de Peña Nieto hacia el norte no es lo único que explica el desdeñable comportamiento del Presidente de todos los mexicanos frente a la amenaza clara y presente que implica la candidatura de Trump. En realidad, el Presidente mexicano y el aspirante republicano comparten una visión similar del mundo. Ambos hombres desprecian profundamente la cultura y la educación y viven en un mundo lleno de champaña, aduladores y guardaespaldas que los aisla totalmente de los sufrimientos y las esperanzas del pueblo humilde. 

Ambos políticos sirven al mismo amo: el dinero y el poder. Si bien las fortunas de Peña y de Trump vienen de fuentes distintas, las arcas gubernamentales para el primero y la explotación capitalista para el segundo, ambos personajes se sostienen como figuras públicas gracias al saqueo de recursos ajenos. 

Si bien Trump es más explícito con respecto a su desprecio para México y los mexicanos, Peña en realidad comparte el mismo odio para la historia y la cultura de los habitantes de su propio país. Tal y como documentamos en el libro El mito de la transición democrática, desde el primer día de su mandato Peña ha encabezado una ofensiva ideológica, política y económica en contra de todas las tradiciones y los valores humanistas de los mexicanos. 

Hoy ya queda claro que el lema “Mover a México” en realidad significa “Destruir a México”. La “reforma energética” ha llevado al desmantelamiento de Petróleos Mexicanos (PEMEX). La petrolera pública sufre actualmente un enorme quebranto financiero y pocas posibilidades para crecer en el futuro a causa de la entrega de sus yacimientos a consorcios privados y extranjeros. Y la “reforma educativa” no ha sido más que un ataque disfrazado en contra de todos los maestros, y en particular aquellos más críticos que defienden la tradición mexicana de educación crítica y humanista. La semana pasada, esta reforma ya generó sus primeros despidos masivos, con la separación de su cargo de más de 3,400 profesores. Recordemos también que Peña Nieto se ha adelantado a Trump con respecto a políticas anti-migrantes. México ahora expulsa a más hermanos latinoamericanos de su territorio que el mismo gobierno de los Estados Unidos. 

La entrega de nuestro oro negro a las grandes transnacionales, la aniquilación de los maestros críticos y el acoso a los migrantes centroamericanos constituyen la contracara de las políticas racistas y fascistas de Trump. Peña y Trump juntos buscan acabar con cualquier resistencia ciudadana o popular al predominio absoluto del dinero y la corrupción en América del Norte. 

Lamentablemente, Hillary Clinton no es mejor. Ella es la candidata que cuenta con mayor respaldo de parte de la industria militar, de acuerdo con la organización “Open Secrets” con sede en Washington, D.C. (véase: http://ow.ly/YZrxT). Las empresas militares han donado veinte veces más a la campaña de Clinton que a la del mismo Trump 

La salvación entonces no vendrá del norte, ni desde las cúpulas del poder financiero y político global. El camino hacia la justicia y la paz lo tendremos que construir nosotros desde el sur, desde abajo y a la izquierda. 

Twitter: @JohnMAckerman

Publicado en Revista Proceso No.2052
(C) John M. Ackerman, Todos los derechos reservados