ARTICULO 39 CPEUM. LA SOBERANIA NACIONAL RESIDE ESENCIAL Y ORIGINARIAMENTE EN EL PUEBLO. TODO PODER PUBLICO DIMANA DEL PUEBLO Y SE INSTITUYE PARA BENEFICIO DE ESTE. EL PUEBLO TIENE EN TODO TIEMPO EL INALIENABLE DERECHO DE ALTERAR O MODIFICAR LA FORMA DE SU GOBIERNO.

lunes, 29 de mayo de 2017

"Más allá de la indignación" (Revista Proceso, 28 de mayo, 2017)

John M. Ackerman

La absoluta descomposición del país es evidente para cualquiera dispuesto a abrir los ojos. 

Las ejecuciones de los corresponsales de La Jornada en Sinaloa y Chihuahua, Javier Valdéz y Miroslava Breach, así como de los activistas Miriam Rodríguez, en Tamaulipas, y Miguel Vásquez, en Jalisco, constituyen un macabro mensaje dirigido hacia todos los mexicanos que buscamos un mejor país. Y el secuestro del periodista Salvador Adame, en Michoacán, las amenazas en contra de Juan Manuel Partida, presidente de la Asociación de Periodistas de Sinaloa, y el asesinato del hijo de la periodista Sonia Córdova, en Jalisco, confirman que absolutamente nadie está a salvo frente a la ola de violencia criminal fomentada y protegida desde las más altas esferas del poder político y económico del país. 

Pero en lugar de atender la grave crisis humanitaria y democrática, las autoridades mexicanas prefieren indignarse y mandar sus “sentidos pésames” a Inglaterra por los ataques en Manchester, así como “exigir enérgicamente” el respeto a los derechos humanos en Venezuela. 

Estas hipócritas cortinas de humo ya engañan a muy pocos. El pueblo mexicano paga altos salarios a sus autoridades públicas para que se preocupen en primero lugar por los grandes problemas nacionales y los resuelvan. Los asuntos internacionales son importantes, pero no deben fungir como distractores de las tareas principales de nuestros gobernantes. 

La situación nacional se agrava cada día no por una falta de capacidad institucional o de presupuestos públicos, sino por una total ausencia de voluntad política. 

En México, el “terrorismo” no lo ejercen fundamentalistas religiosos al servicio de un Estado extranjero, sino las redes criminales que controlan simultáneamente los aparatos gubernamentales, las obras privatizadas y el narcotráfico. Ya no hay una separación clara entre las esferas públicas y privadas o entre el crimen organizado dentro y fuera del gobierno. 

En este contexto, ¿tiene sentido seguir gritando “¡Justicia ya!” a las puertas de las oficinas gubernamentales supuestamente a cargo de llevar a cabo las investigaciones correspondientes? ¿Es útil presionar a las autoridades a fin de que tomen medidas para prevenir futuros ataques a periodistas y defensores de los derechos humanos? 

Cada día este tipo de acciones lucen más ingenuos. La destrucción de la institucionalidad democrática bajo el mando de los narcogobiernos actuales es tan completa que la única esperanza para salir del presente infierno se encuentra en nosotros mismos. 

La autogestión, las redes de solidaridad, la lucha social y la organización comunitaria son nuestras rutas hacia el rescate nacional. Solamente así podremos superar el miedo y rebasar la enorme vulnerabilidad en que los poderes económicos y políticos nos han colocado a todos. 

Pero para ser realmente efectiva, la autogestión social también debe tener una salida política. La “resistencia” a secas debe transformarse en la conquista de la justicia y el poder gubernamental. El aguante debe traducirse en acción, y el estoicismo en indignación. 

El pueblo mexicano necesita urgentemente un poco de oxígeno para respirar. El jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, ya ha recetado a todos los capitalinos una muerte lenta a partir de los históricos niveles de contaminación registrados en las últimas semanas. Si seguimos por el mismo camino de destrucción institucional, las esperanzas y los anhelos democráticos de todo el pueblo mexicano tarde o temprano también morirán por asfixia. 

Es tiempo de sacudir el miedo, romper las reglas, tomar las calles, conversar con los vecinos, atiborrar las urnas, convencer a los colegas y gritar juntos “¡Ya basta!”. El gran pueblo mexicano merece más, mucho más, que este infierno. 

Todos tenemos la responsabilidad histórica para poner nuestro granito de arena. 

Twitter: @JohnMAckerman

Publicado en Revista Proceso, No. 2117
(C) John M. Ackerman, todos los derechos reservados

lunes, 15 de mayo de 2017

"¿Gonorrea o sífilis?" (Revista Proceso, 14 de mayo, 2017)

Emmanuel Macron, el nuevo presidente de Francia
John M. Ackerman

A los franceses no les dio gonorrea, sino sífilis. Perdió la elección presidencial la neo-fascista, Marine Le Pen, pero ganó el banquero neoliberal, Emmanuel Macron. Como un espejo de las elecciones presidenciales en los Estados Unidos del año pasado, los franceses también fueron obligados a elegir entre dos representantes del viejo régimen. Así como Bernie Sanders fue derrotado por Hillary Clinton en las elecciones primarias del Partido Demócrata, el representante de las nuevas esperanzas ciudadanas en Francia, Jean Luc Mélenchon, también fue eliminado en la primera jornada de votaciones. 

La buena noticia, sin embargo, es que en ambos países hubo un relevo importante con respecto al liderazgo dentro de las fuerzas de izquierda. Específicamente, la vieja “socialdemocracia” hipócrita y burocrática, representada por Clinton y Francois Hollande, sufrió una derrota histórica en ambos países. 

En Francia, el candidato del partido político de Hollande, el llamado “Socialista”, recibió únicamente seis por ciento de la votación en la primera ronda de la elección presidencial. Nunca antes en la historia reciente había recibido una votación tan baja el partido del Presidente de la República en funciones. En contraste, Mélenchon recibió una histórica 20% de la votación en la primera vuelta y llegó a apenas 500 mil votos de pasar a la segunda vuelta. 

Macron es un político joven, de 39 años, pero con ideas antiguas y trasnochadas sobre los poderes mágicos del capital financiero y la supuesta superioridad de la “civilización europea”. Dos de sus propuestas más importantes, por ejemplo, son reducir drásticamente las prestaciones laborales de los trabajadores franceses y aumentar significativamente el gasto militar y de seguridad nacional. 

La victoria de Macron en la segunda vuelta entonces no responde a que el joven “tecnócrata” cuente con un gran respaldo popular, sino solo a que los franceses no son tan fácilmente engañados como los estadounidenses por las mentiras y los sofismos del neo-fascismo mundial representado por Donald Trump y Le Pen. La larga historia de luchas populares y el sólido compromiso de los franceses con el racionalismo funcionaron como antídotos efectivos en contra del elitismo y el racismo de la hija de Jean-Marie Le Pen. 

Afortunadamente, el mandato de Macron no será fácil. El nuevo Presidente no cuenta con un partido político propio que lo respalde y es muy probable que en las próximas elecciones para la Asamblea Nacional ganen importantes posiciones las fuerzas de la oposición, sobre todo de la nueva izquierda liderada ahora por Melénchon. 

Ahora bien, la coyuntura política en México se compara favorablemente con las situaciones en Francia y los Estados Unidos. 

Por un lado, de manera similar a Estados Unidos y Francia, los candidatos que representan el “status quo” o el “sistema” muy probablemente también recibirán un fuerte voto de castigo en México. Así como los ciudadanos enviaron un mensaje de repudio a Clinton en 2016 y a Hollande en 2017, en México en 2018 la coalición gobernante, el PRIAN, necesariamente también sufrirá un terrible revés en las urnas. 

Por otro lado, en México no tendremos que conformarnos con una elección entre sífilis o gonorrea: entre Margarita y Osorio, o Anaya y Videgaray, por ejemplo. A diferencia de Francia y los Estados Unidos, existe la certeza de que el equivalente mexicano a Sanders y Mélenchon, Andrés Manuel López Obrador, aparecerá en la boleta electoral para la votación final y definitiva que tendrá lugar el domingo, 3 de junio de 2018. Ya no queda tiempo para legislar la “segunda vuelta”, al estilo francés, para las elecciones mexicanas y no hay necesidad alguna para celebrar elecciones “primarias”, al estilo estadounidense, para decidir quien sería el candidato presidencial del partido Morena. 

Un motivo adicional para la esperanza es que la cultura política mexicana en el fondo se parece más a la francesa que a la estadounidense. Nosotros tampoco somos tan fácilmente engañados por demagogos de derecha. Siglos de luchas y de conquistas populares han sembrada una profunda dignidad republicana dentro de las conciencias de todos los mexicanos. 

Ello es lo que explicaría el fracaso estrepitoso de los desesperados esfuerzos de parte de la oligarquía de fabricar una versión mexicana de Trump o Le Pen en México por medio de la figura de las “candidaturas independientes”. Ni Jaime Rodríguez, ni Pedro Ferriz del Con, ni Jorge Castañeda han generado el amplio apoyo ciudadano que se requeriría para ganar una elección presidencial. Y la patética nueva precandidatura de Armando Ríos Piter, miembro de la clase política más rancia de Guerrero del clan vendepatrias de Luis Videgaray, no tendrá mejor suerte. 

La única forma para imponer la peste en México 2018 será entonces por medio de la comisión de uno de los fraudes más grandes de la historia. A los ciudadanos nos toca frenar el atraco. 


Twitter: @JohnMAckerman

lunes, 1 de mayo de 2017

"La mentiras de Del Mazo" (Revista Proceso, 30 de abril, 2017)

Alfredo III, primo de Enrique Peña Nieto y candidato del PRI al EdoMex
John M. Ackerman 

Durante el primer debate entre los candidatos a la gubernatura del Estado de México, el primo de Enrique Peña Nieto, Alfredo del Mazo Maza, hizo gala de su enorme pobreza analítica y reprobables convicciones autoritarias. Alfredo III demostró ser hijo fiel del Grupo Atlacomulco que ha pisoteado y saqueado este bello estado durante generaciones. 

La afirmación más indignante del candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) fue que la causa principal de la inseguridad en el país sería la “alternancia política”. De acuerdo con el hijo y nieto de exgobernadores del Estado, la mejor forma para acabar con la violencia sería cancelar la competencia política y confiar en los mismos de siempre con la esperanza de que ahora sí vayan a atender las necesidades ciudadanas. 

Pero “un perro viejo no aprende trucos nuevos”, reza el sabio dicho. Solamente la persona más ingenua, o vendida, podría creer que Alfredo III represente algo nuevo. 

Es falso que la alternancia genere inseguridad. El mejor botón de muestra es precisamente la situación actual en el Estado de México. Este ha sido gobernado por el mismo partido desde 1929, año en que se creó el antecesor del PRI, el Partido Nacional Revolucionario (PNR), y es la entidad federativa más insegura en todo el país. 

Durante 2015, se cometieron un total de 6 millones 648 mil 721 de delitos en el Estado de México. Esta cifra es la más alta en todo el país y casi duplica la cantidad de delitos cometidos en la Ciudad de México durante el mismo periodo, y es cinco veces más grande que la cifra para Veracruz, de acuerdo con la más reciente Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) 2016 elaborada por el INEGI. 

Casi la mitad de la población del Estado de México, 46%, fue víctima de algún delito durante 2015. Es la tasa de victimización más alta, por mucho, en todo el país. 

90.6% de la población del Estado de México se siente inseguro, y que sólo 39% confía en la policía preventiva municipal. Únicamente las policías de Morelos y de Veracruz generan más sospechas entre la población. 

Se cometen más feminicidios en el Estado de México que en cualquier otra entidad federativa. Entre 2013 y 2015 hubo mil 405 asesinadas, 16% del total de 6 mil 488 ejecutadas en todo el país durante el mismo periodo. Esta realidad escalofriante e indignante refleja un contexto de total colapso del Estado de derecho en esta entidad, gobernado desde hace 88 años, sin alternancia alguna, por el mismo partido político. 

El delito más común en el Estado de México es “Robo o asalto en la calle o en el transporte público” y 67.6% de los delitos son cometidos con portación de arma de fuego. Esta última cifra es más del doble que en Chihuahua, donde sólo 30.5% de los delitos involucran alguna arma, y casi tres veces más que en Veracruz, donde la cifra es de 25.5%. 

No han divulgado las cifras aún, pero es seguro que durante 2016 y 2017 la situación ha ido de mal en peor. 

En suma, los mexiquenses viven hoy en un virtual estado de sitio, rodeado por hombres armados listos para asaltarlos a la primera oportunidad. En el Estado de México la población ha sido totalmente abandonada por una mafia política que prefiere canalizar los recursos públicos a sus amigos constructores, de OHL, HIGA y otras empresas similares, a invertirlos en la seguridad pública o en la construcción de hospitales y escuelas. 

Del Mazo miente. No es la alternancia, sino el control político ejercido por una mafia corrupta PRIANista sobre los gobiernos, estatales y federales, lo que causa la inseguridad. 

Sin embargo, si bien la milenaria dominación caciquil en el Estado de México ha generado una enorme pobreza y una inseguridad lacerante, no ha logrado borrar la dignidad y la consciencia crítica de la población. En la última encuesta del periódico Reforma, más de 40% de los ciudadanos señalaron que jamás votarían por el candidato del PRI. Los mexiquenses repudian a sus verdugos y existe un consenso generalizado que casi cualquier cosa sería mejor que continuar bajo el control despótico y corrupto de los mismos de siempre. 

La alternancia política no resolverá mágicamente los problemas del Estado de México, pero sí es un paso necesario para poder iniciar con la titánica labor de reconstrucción del tejido social, la fortaleza institucional y la esperanza ciudadana en la entidad más poblada del país. 

Sin alternancia, los mexiquenses serán condenadas a seis años más de los mismos gobernantes cínicos y sinvergüenzas que han destruido al estado y a todo el país. Es urgente frenar y dar una lección de humildad a los Duarte, Moreira, Borge, Peña Nieto, Chuayffet, Camacho, Murat, Yunes, Osorio, y Del Mazo´s del país. 

La batalla por la democracia y la dignidad que hoy se está librando en el Estado de México es fundamental como parte de la lucha más amplia a favor de la liberación del país entero del yugo de la muerte, la represión y la corrupción. Si se levantan los mexiquenses, se levantará todo México. 

Twitter: @JohnMAckerman

Publicado en Revista Proceso No.2113
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